Fragua by Ali Smith

Fragua by Ali Smith

autor:Ali Smith [Smith, Ali]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-01T00:00:00+00:00


Yo asentía.

Yo miraba el edificio como ellos y decíamos cosas como

no estamos solos

y

no estáis solos.

Me conocía todas las briznas de hierba de la acera resquebrajada y una ramita de algo (ni idea de qué) que se abría camino por la grieta del asfalto que había junto a la marquesina de la parada de autobús.

Los hierbajos que crecían en el lateral de esa parada de autobús eran tenaces.

Verdadero vs. falso:

la perra de mi padre empezó a ladrar. Ladraba porque alguien gritaba delante de casa. Salí del estudio, crucé la planta baja y miré por la ventana que daba a la calle.

Era una gemela Pelf.

AQUÍ VIVE UNA DESTROZAFAMILIAS, gritaba la gemela.

Abrí la puerta. Era la gemela CELINE, me pareció. Eden.

¿Qué haces?, le dije.

Le estoy diciendo a la gente que tiene la mala suerte de vivir cerca de ti quién eres en realidad, dijo.

Se volvió hacia la calle y gritó:

LA PERSONA QUE VIVE AQUÍ ES UNA PROGRESISTA ENGAÑADA Y DEGENERADA QUE UTILIZA LA PANDEMIA COMO EXCUSA PARA EL LIBERTINAJE.

Un grupito de vecinos se había congregado en los portales de sus casas. Steve estaba allí, y Carlo, y Marie y Jaharanah, y Madison y Ashley. Los saludé. Ellos me saludaron.

¿Estás bien, Sand?, gritó Jaharanah.

De momento, dije.

Y entonces yo también empecé a gritar.

LA PERSONA QUE GRITA ANTE MI CASA ES UNA PORFIADORA.

¿Qué me acabas de llamar?, dijo Eden Pelf.

ES UNA ADONADA, UNA PALOMINA, UN BUSILIS DEL ENCANTO.

¡Deja de llamarme esas cosas!, dijo.

Rompió a llorar.

¿Qué significa porfiadora?, preguntó. ¿Cómo te atreves a llamarme algo así?

Oye, ¿quieres una taza de té?, le dije. Espera aquí, te la traigo.

QUIERO QUE TE MUERAS, gritó entre lágrimas.

Ahora sollozaba.

¿Qué le has hecho a mi madre?, dijo.

¿Sigue desaparecida?

No, dijo Eden. Está en casa. Pero es que. Es que aunque está, ya no la reconocemos.

Antes de que pudiera apartarme de ella, se me desplomó encima hecha un mar de lágrimas.

Vaya por Dios, dije. Ay, no.

Extendí los brazos para alejarme.

Necesito sentarme, dijo. Creo que me voy a desmayar.

Abrí las ventanas de par en par y la senté en la sala. Fui a lavarme las manos. Cuando volví y me detuve en el umbral, Eden estaba mirando los estantes.

Cuántos libros, dijo.

Muchos menos de los que había, dije yo. Los estoy reduciendo poco a poco.

¿Por qué?

Me hago mayor.

Es muy raro decir eso, dijo.

Gracias, dije.

¿Tú también TEC?, preguntó. Yo sí.

Pues no lo sé. ¿Yo también?, dije.

Significa que si trabajas en casa.

Ah. Sí. Tengo el taller en el estudio del jardín.

¿Ese viejo chamizo?, dijo.

Ese viejo chamizo.

¿Qué haces?

Soy pintora.

¿Y decoradora?

No. De la otra clase.

¿Estás en ERTE?, dijo.

No, estoy harta.

Yo lo estuve, al principio. Pero el año pasado conseguimos un nuevo encargo de los gordos y la administración enloqueció y tuvimos que organizar cosas que no teníamos ni idea de cómo organizar y nos equivocamos constantemente.

Bien. ¿Cómo tomas el té?, le dije.

No quiero té. No quiero nada. Todo sabe fatal.

Ah, dije. Vaya.

Como si algo estuviese podrido. Tengo una sensación de ardor y un olor en el fondo de la nariz que hace que todo me sepa igual, dijo. Llevo dos meses así.



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